La Jornada,
Mexico
Electoral Punishment, Yes. Will Anything Change? ... No
“Republican losses in Congress can be considered modest speed bumps to the way things have been. But in the short term nothing will change, neither domestically or internationally.”
EDITORIAL
Translated by Barbara Howe
November 8, 2006
Mexico - La Jornada - Original Article (Spanish)
On
Monday, New York authorities transferred the aircraft carrier USS Intrepid,
which has been converted into a floating museum, to the Hudson River for
repairs. In full campaign mode, Senator Hillary Clinton delivered a speech
before the ship set sail for its final voyage. "The Intrepid represents
everything we believe in, our liberty and our values" she said. But the
ship, a veteran of the Second World War, ran aground, and it wasn't until today
that it was liberated from the muddy banks. The words of Hillary were a
metaphor as involuntary as they were true: in the United States today, all of these
values are stuck in the muck.
The Election
Day results owe as much to the poor performance of the U.S. economy as to the fiasco
in Iraq. Unfortunately, we cannot hope for great changes in the short term on either
of these two fronts, even though the Democrats have regained control of
Congress. Particularly in the case of Iraq, the Democratic Party has been
incapable of presenting an alternative to the greatest strategic blunder in United
States history.
On the
economic front, a course correction will be difficult. The United States is headed
for a strong recession: GNP growth in the last quarter will be zero and might
even reach negative territory. The savings rate is already negative, something
not seen since the Great Depression. To confront its external deficit, the United
States takes a $3 billion loan every day. The trade deficit has expanded
ferociously, going from $380 billion to $806 billion during Bush's reign.
This year
unemployment is marginally down (4.6 percent in the third quarter) but most of
the decrease is due to the growth in low paying jobs. On the other hand, the
manufacturers have transferred a huge number of jobs to countries with lower
labor costs.
Bush's
fiscal reforms, which he considers the principle instrument of his "economic recovery" have deepened inequality. Tax cuts totaling
$16.4 billion benefited the 1.1 million wealthiest people (with annual incomes
over $191,000). But more underprivileged taxpayers, with annual incomes of less
than $16,000, received fiscal reductions barely reaching $180 million. This
contrast says it all about the priorities of this White House.
[Editor's
Note: Source of these statistics is unknown].
It's well
known that U.S. economic growth depends on the impulse of the consumer. And that
is maintained by the effect of wealth generated by rising real estate values.
This "wealth" is made possible by quasi-hypothetical mortgage
guarantees that allow people to obtain credit to maintain artificially high
levels of consumption. But this phenomenal expansion of family indebtedness is
a huge problem that can't be resolved in the short term. Now that the bubble of real estate has begun to burst, the chain reaction promises to be
disastrous.
None of
the above compares to the catastrophe in Iraq, but to mitigate Iraq's electoral
effect, the White House sought to sweet-talk voters by offering up some "good
news:" the verdict condemning Saddam to hanging. There still remains the
appeals process but at the moment, and with the help of the choreographed
electronic media, many in the United States perceive this as a victory.
[Guardian Unlimited, U.K.]
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The
magnitude of the disaster in Iraq should have long ago woken up more people in the
United States. In October, their troops suffered 105 deaths - the worst monthly
result in two years. The number of U.S. soldiers killed in Iraq will reach 3,000
before the end of the year. Several weeks ago, the headlines in the United
States press announced that the "Battle of Baghdad" would continue. The Battle of Baghdad? We had assumed that this episode had concluded
a few weeks after the beginning of the war.
Today
Iraq is hell on earth. The hostilities between Sunnis and Shiites and the
regional fragmentation completely exploded over a year ago. Prime Minister
al-Maliki has kept his distance from the Bush Administration: We're friends of
Washington but not unconditional friends, he has affirmed. And so the
differences were laid bare. The influence of Moqtada al Sadr has been growing
and the al-Maliki Government owes more to him than to Bush.
Maybe
that's why rumors are growing about a coup in Baghdad. Surely, this is the
Vietnam syndrome rising again: In 1963 president Ngo Dinh Diem was assassinated
in a coup approved by the White House, which initiated a ten year war that
culminated with the Yankee defeat. Would the United States resort to this type
of scenario again? The costs would be extraordinary, but so is the stupidity of
the Pentagon.
In sum, Republican
losses in Congress can be considered modest speed bumps to the way things have
been. But in the short term nothing will change, neither domestically or
internationally. All of which goes a long way in explaining the prevalence of voter non-participation.
Spanish Version Below
¿Castigo electoral en Estados Unidos?
By Alejandro
Nadal
El lunes, las autoridades de Nueva York decidieron
trasladar el portaviones USS Intrepid, convertido en museo flotante sobre el
río Hudson, para hacerle algunas mejoras. La senadora Hillary Clinton, en plena campaña
electoral, pronunció un discurso antes de que el buque
iniciara su último viaje. "El Intrepid representa todo
en lo que creemos, nuestra libertad y nuestros valores", dijo la senadora. Pero el buque, veterano de la Segunda Guerra Mundial, encalló en el lecho del río. Hasta hoy no ha podido liberarse del fondo lodoso. Las palabras de Hillary fueron una metáfora tan involuntaria como certera: hoy, en Estados Unidos, todos esos valores se
encuentran atascados en el fango.
El
resultado de la jornada electoral se debió tanto al mal desempeño de la
economía estadunidense como a la debacle en Irak.
Desgraciadamente, en ninguno de los dos frentes podemos esperar grandes cambios
en el corto plazo, de confirmarse la recuperación demócrata del Congreso. En especial, en Irak el partido Demócrata ha sido
incapaz de articular una alternativa para el fiasco estratégico más grande en
la historia de Estados Unidos.
En el frente económico, será difícil corregir el rumbo. Estados Unidos se encamina hacia
una fuerte recesión: el crecimiento del PIB en el
último trimestre de este año será cero, y quizás alcance valores negativos. La
tasa de ahorro es ya negativa, algo no visto desde la Gran Depresión. Estados Unidos toma prestados tres mil millones de dólares diarios
para enfrentar su déficit externo. El déficit comercial se ha expandido
ferozmente, pasando de 380 a 806 mil millones de dólares durante el reinado de Bush.
Este año, el desempleo se redujo marginalmente (4.6% en el tercer
trimestre), pero la mayor parte de los empleos generados son mal remunerados. En cambio, la industria manufacturera
ha perdido una gran cantidad de empleos que se han trasladado a países con costos laborales más bajos.
La
reforma fiscal de Bush, considerada como el principal
instrumento de la "recuperación" económica, profundizó la
desigualdad. La reducción de impuestos alcanzó 1.64 miles de millones de
dólares (mmdd), de los cuales 1.1 beneficiaron a los más ricos (con ingresos
anuales superiores a 191 mil dólares). En cambio, los contribuyentes más
desfavorecidos, con ingresos anuales inferiores a 16 mil dólares, apenas
recibieron reducciones fiscales por 180 millones de dólares. Ese contraste dice todo sobre las prioridades de la Casa Blanca.
Es bien
sabido que la economía de Estados Unidos ha crecido gracias al impulso del consumo. Eso se explica por el efecto riqueza generado
por el aumento en el valor de los bienes raíces que permitió a los particulares
obtener créditos respaldados por garantías cuasi-hipotecarias para mantener un nivel artificialmente alto de consumo. Pero la expansión
descomunal del endeudamiento de las familias es un
grave problema que no podrá resolverse en el corto plazo. Ahora
que la burbuja de bienes raíces ha comenzado a reventarse, los efectos en
cadena se anuncian desastrosos.
Nada de lo anterior se compara con la catástrofe en Irak. Pero para mitigar su efecto
electoral, la Casa Blanca buscó engatusar a los votantes presentándoles una "buena
noticia": el veredicto condenando a Saddam Hussein a la horca. Todavía
falta un recurso de apelación, pero por el momento, y
con la ayuda de la coreografía de los medios electrónicos, muchos
estadunidenses percibieron eso como victoria.
La
magnitud del desastre en Irak debería haber despertado
a más estadunidenses. En octubre, las tropas de ese país sufrieron 105 muertes, el peor saldo mensual en dos años. Los soldados
estadunidenses muertos en Irak llegarán a 3 mil antes de fin de año. Hace varias semanas, los titulares de la prensa estadunidense
anunciaban que la "batalla de Bagdad" seguía en pleno. ¿La batalla de Bagdad? Ese episodio
se suponía había concluido pocas semanas después de iniciarse la guerra.
Hoy Irak
es un infierno. Las hostilidades entre sunitas y
chiítas y la fragmentación regional explotaron plenamente desde hace más de un año. El primer ministro al-Maliki ha marcado su distancia
con el gobierno de Bush: somos el amigo de Washington, pero no sus
incondicionales, afirmó. Así que las diferencias se
acentuaron. La influencia de Moqtada al Sadr ha ido creciendo y el
gobierno de al-Maliki tiene más deudas políticas con este personaje que con Bush.
Quizá por
eso crecen los rumores sobre un golpe de estado en
Bagdad. Eso sí que es el síndrome de Vietnam: en 1963 el presidente Ngo Din
Diem fue asesinado en un golpe aprobado por la Casa
Blanca, iniciándose un periodo de diez años de guerra que culminó con la
derrota yanqui. ¿Puede recurrir Estados Unidos a ese tipo de escenario? Los costos parecen ser descomunales, pero
también lo es la estupidez en el Pentágono.
En
resumen, las pérdidas de los republicanos en el Congreso pueden ser consideradas
modestas para como están las cosas. En el corto plazo
nada cambiará, ni en lo interno ni en lo
internacional. Con razón todavía prevalece un fuerte
abstencionismo.