Migración, explotación y abusos
18 de
agosto de 2007
El
pasado 11 de
julio, 30 soldadores veracruzanos emprendieron un recorrido por el sur de
Estados Unidos, en donde, a pesar de contar con una visa laboral H2B -que los
ampara bajo el Programa de Trabajadores Huéspedes- fueron víctimas de
explotación, persecución y hostigamiento por parte de contratistas de
astilleros estadunidenses con ayuda de autoridades policiales de ese país. Los
trabajadores llegaron al país vecino con promesas falsas de empleos dignos y
buenos salarios, pero en repetidas ocasiones tuvieron que padecer condiciones
de trabajo deplorables e inseguras, así
Por su
parte, las autoridades mexicanas han exhibido también una actitud hostil hacia
los migrantes de Centro y Sudamérica que utilizan nuestro país como paso para
llegar a Estados Unidos. En la estación migratoria de Tenosique, Tabasco, un
centenar de detenidos centroamericanos se amotinaron el pasado miércoles con la
esperanza de ser liberados. En esa zona del sureste mexicano se encuentran
varados cerca de 3 mil migrantes ilegales desde julio pasado, luego de que dejó
de operar la línea ferrocarrilera en que se transportaban al norte de México.
El Instituto Nacional de Migración (INM) continúa las deportaciones, pero
muchos de los afectados se niegan a volver a su país. En respuesta al
descontento generalizado de los migrantes, elementos del Ejército Mexicano y la
Policía Federal Preventiva (PFP), con apoyo de personal del INM, emprendieron
un violento operativo, que
tuvo como saldo una persona herida de bala, así como la destrucción de las
casas de campaña, el robo de las pertenencias de los centroamericanos y el
allanamiento de casas aledañas de personas que prestaron auxilio a los indocumentados.
En los
dos casos que se comentan queda de manifiesto la inoperancia y falta de
voluntad de las autoridades de ambos países para atender los múltiples
problemas a los que se enfrentan los migrantes, pero sobre todo la hipocresía
del gobierno mexicano, que ha condenado reiteradamente el maltrato que reciben
los connacionales en Estados Unidos, mientras que tales condiciones son
reproducidas en territorio nacional.
La
migración centro y sudamericana implica la contratación de mano de obra barata
para los empleadores estadunidenses, y las remesas de los trabajadores a sus
familias constituyen uno de los principales sustentos de la economía mexicana.
Sin embargo, este enfoque simplista no toma en cuenta la magnitud de las
implicaciones negativas de ese fenómeno en la región, como son la
desintegración familiar y el abandono de las tierras de cultivo, así como la
zozobra de quienes reciben un trato infrahumano por parte de autoridades y
empleadores en un país extraño.
Por su
parte, las nefastas medidas de la nación vecina para frenar el flujo de
migrantes -como la construcción de un muro en la frontera con México-
contribuyen a que se den casos de explotación, pues plantean mayores
dificultades para que migrantes ilegales crucen la frontera y eso llega a
afectar los salarios y las condiciones laborales de los trabajadores con
documentos.
En suma,
es inaceptable el doble discurso de las autoridades mexicanas con respecto al
tema migratorio, quienes reditan en territorio nacional las condiciones de maltrato
que tanto reprueban. También es urgente que la actual administración consagre
sus esfuerzos a la generación de empleos y la reactivación de la economía
interna, a fin de dejar de depender de las remesas de los migrantes mexicanos y
frenar el drama de millones de connacionales que se ven en la necesidad de
abandonar el país.