El Tiempo, Colombia
'Ugly Betty's' TV Triumph is Colombia's Shame

New behaviors cannot be induced in the United States if the image of the 'ethnic' is by definition degrading and discriminatory.

By Maria Antonia Garcia*

Translated By Karen Hoffmann

January 24, 2007
Colombia - El Tiempo - Original Article (Spanish)



America Ferrera and producer Salma Hayek (R)
of 'Ugly Betty' backstage during the 64th annual
Golden Globe Awards in Beverly Hills, Jan. 15.


RealVideo[NEWS PHOTOS: Ugly Betty].

Naomi Cambell, soon to star in Ugly Betty.


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It is sad that the only way Colombia can excel in the United States is through a soap opera.

A prize recently won by "Ugly Betty" has been reason for joy for Colombia. "Half the Golden Globe is mine," affirmed the writer of Betty la Fea [Betty the Ugly] Fernando Gaitan. It seems that hope has returned to this assassin-infested hamlet [Colombia]. An atmosphere of calm reigns in the country and everyone jubilantly cheers the creator of this modern Cinderella story.



Fernando Gaitan.


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The news, nevertheless, mustn't be seen as having great importance, if one considers that the show is merely a soap opera faithful to the formulas of this genre of the damned: melodrama. But the show is being praised as though it won a Pulitzer.

In vain one could repeat that soap operas, like football and beauty pageants, play a secondary role in the culture of a country. They are performed for the masses, by way of a "reality" in which - paradoxically- all reference to real life is caricatured and ridiculed.

The viewers, the great majority of whom belong to a spoiled middle class, renew their hopes for social ascent thanks to the love of a tycoon. Meanwhile, the more favored classes find the customs of the people degrading and make fun of Betty and her family's the lack of glamour.

One could conclude that this genre is perfect because it covers all society: some because they yearn for a standard of life that almost nobody in Colombia attains, and others because they find the way of life of the great majority despicable and grotesque.

The American version of the show finds Betty in Queens as the daughter of a Mexican immigrant. Colombians who watched the first chapter in Bogotá made fun of Betty’s poncho, her vulgarity and her lack of class.

The triumph of this Anglo-Saxon Betty lies, of course, in its academic merits, but the indispensable cliché of the "ugly girl" loses its power when she becomes beautiful.

The newspaper El Espectador mentions that this new version of "Betty la Fea" will go a long way toward transcending United States immigration policies: to portray the conditions of immigrants in a soap opera followed by tens of millions of U.S. citizens would assure a change in mentality and relax the legal difficulties and daily treatment of "ugly Betties" that hold secondary positions in the great corporations in New York, Miami and San Francisco.



America Ferrera accepts her Golden
Globe for her role as Ugly Betty.


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What emerges in this soap opera is, however, the irreconcilable differences between the Mexican immigrants and American tycoons. It's impossible that such mockery could lead to understanding.

New behaviors cannot be induced in the United States if the image of the "ethnic" is by definition portrayed as degrading and discriminatory. As a result, the concept of the illegal Latino will enhance the cultural breach between our two peoples.

It is not only sad that Colombia can excel in the United States solely through a soap opera - which is in itself pathetic -but in addition, in exchange for portraying us as a fifth-class people, we end up looking like self-serving invaders.

*Assistant researcher at the Instituto Caro y Cuervo RealVideo.

Spanish Version Below

La suerte de la fea

María Antonia García *

Es triste que Colombia sobresalga en Estados Unidos solo por una telenovela.

El premio que obtuvo Ugly Betty ha sido motivo de júbilo para Colombia. "Medio Golden Globe es mío", afirma el libretista de Betty la fea, Fernando Gaitán. Parece que la esperanza vuelve a este villorrio infestado de asesinos. Un ambiente de calma reina en el país y todos vitorean jubilosos al creador de esta versión moderna de Cenicienta.

La noticia, sin embargo, no debería tener la mayor trascendencia, si se tiene en cuenta que se trata solo de una telenovela, fiel a las fórmulas del género maldito: el melodrama. Pero se enaltece como si del Pulitzer se tratara.

En balde repetiría que las telenovelas, al igual que el fútbol y el reinado de belleza, ocupan un papel secundario en la cultura de un país. Están hechas para las masas, a manera de reality en el que todo referente de la vida real -paradójicamente- se caricaturiza y se ridiculiza.

Los televidentes, esa gran mayoría perteneciente a una clase media estropeada, renuevan sus esperanzas de ascenso social gracias al amor de un magnate. Mientras tanto, las clases más favorecidas encuentran denigrantes las costumbres del pueblo y se burlan de la falta de glamour de Betty y su familia.

Podría concluirse que este género es perfecto porque cobija a toda la sociedad, unos porque anhelan un nivel de vida al que casi nadie accede en Colombia, y otros porque encuentran despreciable y grotesca la forma de vida de la gran mayoría.

La versión estadounidense ubica a Betty en Queens, hija de un inmigrante mexicano. Aun los colombianos que vieron el primer capítulo en Bogotá se burlaron del poncho de Betty, de su ramplonería y de su falta de clase.

El triunfo de esta Betty anglosajona radica, claro está, en sus méritos académicos, pero pierde importancia al utilizar el cliché indispensable de la fea que se vuelve hermosa.

El periódico El Espectador menciona que esta nueva versión de Betty la fea trascenderá de manera positiva dentro de las políticas migratorias estadounidenses: retratar la condición de los inmigrantes en una telenovela seguida por una decena de millones de nativos, aseguraría un cambio en la mentalidad y una flexibilización en el tratamiento legal y cotidiano de las ugly betties que ocupan cargos secundarios en las grandes compañías de Nueva York, de Miami y de San Francisco.

Lo que aparece en esta telenovela es, empero, una diferencia irreconciliable entre los inmigrantes mexicanos y los magnates estadounidenses. Es imposible que la ridiculización derive en el entendimiento.

No se pueden crear nuevos comportamientos en Estados Unidos, si se vende la imagen de lo "étnico", denigrante y discriminatoria por definición. De suerte que la concepción del latino ilegal se generalizará y pronunciará la brecha cultural entre dos pueblos.

Es triste que Colombia sobresalga en Estados Unidos solo por una telenovela -de por sí patético- sino que, además, obtenga reconocimiento a cambio de vendernos como un pueblo de quinta categoría, invasor y arribista.

* Auxiliar de investigación del Instituto Caro y Cuervo

María Antonia García *